Colombia quiere reutilizar el glifosato a gran escala. Y esto a pesar del hecho de que hace cuatro años fue uno de los primeros países del mundo que limitó su uso debido a las preocupaciones sobre su impacto en la salud humana y el medio ambiente.
El presidente Ivan Duque quiere reintroducir el glifosato como su arma principal para combatir el cultivo ilícito de coca y el tráfico ilícito de cocaína, un derivado de la planta. Para esto, el gobierno ha identificado un pesticida chino como el químico preferido.
En gran parte del mundo, las disputas sobre el uso de glifosato se han centrado en la agroindustria y la horticultura. Sin embargo, en Colombia, el herbicida es sinónimo de dos décadas de duras políticas antidrogas destinadas a combatir los negocios rentables relacionados con el tráfico de cocaína.
Durante muchos años, la estrategia principal del gobierno colombiano fue rociar los cultivos de coca con el apoyo político y económico de los Estados Unidos.
Las perspectivas cambiaron en 2015 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reclasificó el glifosato como una sustancia "probablemente cancerígena". El gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos suspendió la fumigación aérea como medida preventiva.
Sin embargo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la implementación del programa de reemplazo de Santos fue lenta e inestable, y para fines de 2017, el cultivo de coca se expandió a un récord de 171 mil ha.
El gobierno solicitó al Tribunal Constitucional que facilitara la fumigación, dada la magnitud del problema de la coca. Después de reanudar la fumigación de coca, Colombia decidió comprar productos químicos chinos cuya seguridad fue puesta en duda.